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domingo, 6 de enero de 2008

Felíz 2008

Cuando de niño esos oscuros nubarrones cargados de agua y gripa se quedaban por algo así de tres días ocupando toda la parte de afuera de la casa, uno no veía fin al aburrimiento, al tedio y peor aún, al entumecimiento de esas piernitas ávidas de correr con los amigos. Acabada la tormenta literalmente salíamos jubilosos gracias a la tregua otorgada por el clima veraniego de la Ciudad de México.

Cuando de grande esos oscuros nubarrones cargados de envidia e individualismo llevan algo así de veintitantos años –más los anteriores a tu nacimiento- ocupando toda la parte de tu entorno y el de los demás, uno no le ve fin al odio ni a la pobreza. Al parecer esos nubarrones no se quieren ir, enferman al pueblo. Esta tormenta no acaba, nadie da tregua, son contados los jubilosos, es el clima del país, será el clima del 2008.

Empieza un nuevo año, desear ya no es lo suficiente, vivir atado a una economía mundial voraz, obliga a encadenarnos a los anteriores años que no brindaron soluciones. No es emocionante como nación esperar un año nuevo, con el año nuevo regularmente llegan compromisos-país difíciles de superar. Me retracto, sí es bueno desear, que no te despidan, que te alcance, que no te asalten, que no, que no, que no. Nadie da tregua, los nubarrones con los años se cargan más y más, los nubarrones no se quieren ir.

Empieza el 2008, hay quien ya quiere que termine este nuevo año, pero sin que empiece otro de vida miserable en goce y cargada en obligaciones pesadísimas regaladas por este sistema ahorcador y humillante. Amigos, esta es mi forma de decir ¡Feliz año nuevo! ¡Que la pasen muy bien! Siempre con la intención que deseándoles un buen año desaparezca esta economía neoliberal, desaparezca el TLCAN, desaparezcan los militares, la contaminación, la represión, la inflación. En verdad deseo que con el año desaparezca todo esto y disculpen si desvarío, pero no tengo ni idea de por dónde venga un buen año a nuestro México.